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Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo – Mejores Frases

Voy a hacer una recopilación de las mejores frases de el último libro que me he leído de Albert Espinosa, muy recomendable.

-Me gusta dormir, quizá es lo que más me gusta en esta vida. Y quizá me gusta tanto porque me cuesta mucho conciliar el sueño […] Desde pequeño he pensado que dormir te aparta del mundo, te hace inmune a sus ataques. La gente sólo puede atacar a los despiertos, a los que están con los ojos abiertos.

-Un abrazo no debe ser de diez segundos, ni de treinta, puede durar ocho minutos si es necesario. Acariciar un cuerpo no debe suponer siempre sexo. Debes apreciar la caricia como parte de tu vida. Despenalizarla en tu vida.

-Yo no creo en el amor […] no creo en amarse, no creo en morir de amor, no creo es suspirar por otra persona, en dejar de comer por una persona especial. Pero en lo que sí he creído siempre es en que las almohadas llevan en su interior parte de tus pesadillas, de tus problemas y de tus sueños. Y es por esa razón por la que les ponemos esas fundas: para no ver los rastros de nuestra vida. A nadie le gusta verse reflejado en un objeto. Dicen tanto de nosotros nuestros coches, nuestros móviles, nuestra ropa…

-Sí, siempre he pensado que los sueños son anuncios; algunos largos como publirreportajes, otros cortos como tráilers y otros minúsculos teasers. Y todos hablan sobre nuestros deseos. Sin embargo no los entendemos porque es como si los rodara David Lynch.

-La gente viola con sus sueños: viola la intimidad, viola el lenguaje con el que se expresa, viola esa imagen como mejor le parece. Cuántas veces he tenido sexo con gente en sueños y al día siguiente no me he atrevido ni a saludarla, pensando que en el “buenos días” se notará las “buenas noches que hemos pasado”. Quizá el mundo iría mejor si contásemos nuestros sueños eróticos a los que han sido protagonistas de ellos.

-Mucha gente prefiere dormir a vivir, aunque sepa que la realidad que está gozando es falsa.

-Mi madre decía que la edad verdadera está en el estómago y en la cabeza. Las arrugas son tan sólo fruto de las preocupaciones y de comer mal.

-Rompes a llorar o a reír. Creo que vale la pena hacerse añicos por esos sentimientos.

-Hay tantas cosas que si se pronunciaran en voz alta desvelarían secretos de una intensidad que quizás no podríamos asumir.

-Tenemos miedos. Todos tenemos miedos, aunque lo bueno de esta vida es que casi nadie nos pregunta cuáles son los nuestros. Los intuyen, los huele, se encuentran con ellos en un día en un aeropuerto, en medio de una calle oscura, al subir a un autobús en una ciudad desconocida… Y de repente se dan cuenta de que somos miedosos al volar, a la oscuridad, a que nos roben o a amar y entregar en el sexo parte de nosotros.

-Ser diferente depende tan sólo de cuántos estén en tu bando.

-No soy de enamorarme, ya os lo he dicho, nunca lo he hecho. Creo poco en el amor y bastante en el sexo.

-En la vida hay poco espacio para los susurros- me decía-. Yo he recibido tres o seis minutos de susurros. Frases muy cortas de hombres en momentos muy puntuales: “Te amo… no te olvidaré… sigue… sigue… ” Los susurros son tan potentes que deberían prohibirse en la cama. Allí todos mienten, absolutamente todos. Nunca susurres en la cama y menos cuando tengas sexo.

-Soy un vampiro de emociones primarias.

-¿Quién debe morir para que el mundo se paralice por completo y desistamos de nuestras costumbres diarias? ¿Qué persona es suficientemente importante para que todo varíe de manera visceral?

-La infancia es como toneladas de tristeza mezclada con kilogramos de felicidad. La gran época bipolar de nuestra vida.

-Hay algo desolador, triste, cuando sientes que formas parte del saco de aquellos para los que su trabajo y su creación quizá no van a la par.

-Me encantan los rostros que aparecen junto a la pasión de nuestra vida.

-Es innato en las personas y debes comprender que desear, que sentir, no es malo. Forma parte de tu yo sexual. Tu yo de ir por casa, tu yo formal, apagará tu yo sexual, lo hará dócil a ojos de la sociedad, presentable.

-Ella no creía en finalizar ni discusiones, ni charlas ni espectáculos de danza. Decía que los puntos finales facilitan la vida a la gente. Los puntos aparte y los suspensivos incrementan la inteligencia.

-Con dieciséis años me habló de las autopsias sexuales. Me contó que estaría bien que cada cinco años nos practicaran una de estas autopsias. Que nos quedáramos muy quietos y alguien nos dijera qué parte de nuestro cuerpo no había sido acariciada; cuántos besos habíamos recibido; si había sido más querido una mejilla o una ceja o una oreja o los labios. Una autopsia en toda regla de nuestro sexo, pero con nosotros vivos, aunque inmóviles. Ella se lo imaginaba y le gustaba pensar que alguien, sólo mirando nuestros dedos, supiese si habían tocado con pasión o simplemente por rutina. Si nuestros ojos habían sido mirados con deseo o nuestra lengua había conocido muchos congéneres […] Y según ella, lo mejor era que cuando acabase esa autopsia sabríamos que estábamos vivos, que podíamos mejorar y lograr que nos acariciasen, que deseáramos, que amáramos y nos amasen. Nunca me he hecho una autopsia de este tipo. Me ha dado miedo el resultado.

-Nunca se sabe qué encontrará uno tras una puerta. Quizá en eso consiste la vida: en girar pomos.

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-Mi madre opinaba que los mensajes de texto de móvil contenían mucha verdad en pocos caracteres. La gente se esmeraba en contar sus sentimientos sin que el coste fuera excesivo. La concisión de los sentimientos […] Ella decía que los mensajes fantásticos eran el epílogo perfecto a una gran quedada. Cuántas veces sabes que tras una buena cita o quedada, al marcharte, a los pocos minutos de separarte de la otra persona recibirás un sms confirmando tu percepción de esos momentos compartidos. A veces es más importante el mensaje que la propia quedada.

-La sinceridad recompensada es uno de los placeres más gratificantes que existen en esta vida.

-Sé valiente-dijo-. En la vida, en el amor y en el sexo. La gente olvida que debe pedir caricias y besos […] Una caricia, un beso, solicitar el calor de una mano en el ombligo no deben ir acompañados con el sentimiento de que eso provocará o derivará en sexo.

-Durante años ella fotografiaba a la gente saltando; creía que el baile, la danza y el salto hacían que cayese la máscara y ofrecían la imagen real de las personas.

-Nunca se sabe qué encontrará uno tras una puerta. Quizá en eso consiste la vida: en girar pomos.

-No quiero perderme esa imagen de verte volver a la vida cada día.

¿Te vienes a parar el mundo?

-¿Nunca has parado el mundo?

-¿Qué es parar el mundo?

-Parar el mundo es decidir conscientemente que vas a salir de él para mejorarte y mejorarlo. Parar poder moverte y moverlo mejor.

«En ese tiempo debes intentar que nadie ni nada te cree problemas. Alimentarte de buena literatura, de buen cine y, sobre todo, de la conversación con una única persona que te inspira en el mundo. ¿Y sabes qué…?

-¿Qué? – dije emocionado y fascinado.

-Luego el mundo te premia. El universo conspira a favor de los que lo mueven. Y ésos son los que lo paran. ¿Tú quieres mover el mundo o que te mueva?

-Moverlo – dije con seguridad -. ¡Moverlo!

Él se unió a mí y comenzó a gritar conmigo: «Moverlo, moverlo».

Y todo lo que lo moveríamos….Parándolo…